La asamblea del próximo jueves 25J decidirá el futuro de la demarcación de Gran Canaria. El núcleo más duro de la maquinaria colegial, con el decano al frente, ha mantenido numerosas reuniones secretas, en las que se ha decidido que la Junta de Gran Canaria debe caer, y dejar el gobierno a una junta de edad dirigida por ellos mismos. Esta situación se da por la imposibilidad estatutaria de convocar elecciones en este momento, ya que las vacantes producidas en el último año de mandato se cubren mediante designación directa del Gobierno del decano. Además el decano necesita la caída de la Junta que le ha negado el acceso incondicional a los recursos económicos de los arquitectos grancanarios. Ese ansiado dinero era el último que quedaba por gastar, ya que las demás demarcaciones están en una situación límite. Ya no es un secreto que todos los miembros de la junta de GC, menos el presidente y el tesorero, han exigido como condición al auxilio económico del decano un plan de viabilidad del colegio regional, cuyos escandalosos y superfluos gastos son por todos conocidos. El decano se ha negado a explicar el destino final del dinero solicitado, y ha dirigido la poderosa maquinaria colegial para derribar a los que no acceden a sus pretensiones. Parte de ese dinero, en concreto 360.000 euros, son para pagar un "regalo" en forma de absurdo despido improcedente (a dos años de la jubilación) del letrado del COAC, cuyo coste salarial anual es de 120.000 euros. Este abogado ha sido una pieza clave en el montaje de la estructura militar que tiene el colegio de canarias, férreamente controlado desde Tenerife. El decano habla de insolidaridad regional, se niega a explicar el destino del dinero pedido, y exige que las demarcaciones se plieguen a sus pretensiones sin rechistar. Los pesos pesados grancanarios han dado su conformidad a la defenestración de Héctor, incluído su mentor.
Si las fuerzas movidas por el departamento de construcción de la Escuela de Arquitectura presentes en la última Asamblea no cambian de postura para impedir la entrega de la Demarcación, el dinero grancanario servirá para cubrir los gastos que el decano no quiere explicar. El único perjudicado de esta lucha de poder es el colegiado, que podría tener una oportunidad si evita la entrada de una nueva junta satélite rendida al retrógrado aparato colegial. Para ello Héctor tendría que asumir el error de haber apoyado hasta hoy al decano por encima del bien de su demarcación, e incluir nuevos colaboradores que salvaguarden los intereses que él no ha sabido defender. Y por supuesto, sería necesaria una asistencia masiva de colegiados no adscritos que defiendan los intereses grancanarios, apoyando con condiciones a la junta, evitando así la entrega de la demarcación. Y con el dinero a salvo, plantear un nuevo modelo de colegio para todos, que impida los manejos de los grupos de élite que, hasta hoy, se consideran los dueños del COAC.