Catorce días después de haberse producido, el coac sacó ayer un escueto boletín en que se comunica la dimisión del decano Virgilio Gutiérrez en la asamblea del 8 de febrero, después de que los colegiados presentes le rechazasen los presupuestos para 2010. Ustedes, estimados lectores, lo sabían desde minutos después de producirse. Ahora conocemos oficialmente la verdad, aunque llamando renuncia a la dimisión y no aprobación a la derrota de los presupuestos. Ellos son así, suavizan los golpes propios y martillean sobre los ajenos.
Este comunicado que por si solo no es una noticia (lo fue hace dos semanas) tiene múltiples lecturas, y como siempre animamos a que nuestros lectores y generosos colaboradores aporten las suyas propias. Nosotros empezamos por el propio retraso en la comunicación de la nueva.
EL RETRASO
Desde la misma tarde del 8 de febrero los compañeros que manejan y han manejado el aparato colegial desde tiempos inmemoriales, aún perplejos por la dimisión en caliente del decano, han estado reuniéndose para buscar alguna salida a esta crisis sin precedentes. La crisis no es del colegio, que ya está en situación terminal como todos saben, sino del futuro del grupo de familias que ha sabido beneficiarse de su posición de privilegio y conexiones en distintas instituciones, parte de cuya influencia se había ejercido desde el propio coac.
El decano que habían presentado para mantener el control férreo del colegio, y que tanto esfuerzo les costó que ganara por un único voto, había dimitido delante de todos. ¿Qué ha sucedido? ¿Una simple derrota por menos de una decena de votos acaban con la carrera de un decano?
EL FIN DE UNA ERA
La explicación es que el colegio ya no es atractivo como antes para quienes se han servido de él. El dinero, descontrol, e influencias de antaño, amparadas por una impunidad casi total en la gestión, todo propiciado por el clientelismo del sistema o por la desidia de los compañeros, ha llegado a su fin. Ahora toca arreglar el completo despropósito que es actualmente la estructura colegial, y transformarlo en algo que se pueda justificar. O esperar a que se hunda definitivamente, y que se olvide el nombre de los responsables.
Virgilio ha decidido salir por la puerta de atrás, sin siquiera mandarnos una carta de su propia y lírica cosecha, pues ha entendido que permanecer en el cargo justo antes de la debacle únicamente le podría arrastrar personalmente. Lógicamente nadie quiere ser recordado como el “decano del fin del coac”, y conociendo como conoce el aparato colegial, sabe que muchos le intentarían responsabilizar únicamente a él del fracaso labrado durante décadas por tantos y tantos que han rentabilizado superlativamente su paso por el colegio. Homo homini lupus.
LA DIFÍCIL SITUACIÓN QUE QUEDA
El que venga heredará unos Órganos Generales endeudados, sin recursos económicos, sin utilidad alguna para los colegiados, es decir, abocados a una costosísima desaparición o a una agonía más costosa aún. Han sido el órgano de control regional, y el buque insignia del despilfarro y el privilegio (llamados prestigio por quienes lo practicaban). Hoy ni las Demarcaciones tienen recursos para sostener sus inútiles maquinarias.
El colegio no ha querido conocer la opinión de los colegiados sobre la obligatoriedad del visado que el gobierno reclama para poner en ejecución el ómnibus. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
El colegio no ha querido plantearse un nuevo modelo, que sirva a todos y no a unos pocos, y que tenga un coste moderado y justificado. No hay peor sordo que el que no quiere oir.
Se acabó el pastel (o para algunos, el queque). La pregunta es si tendrá alguna solución esta situación de desgobierno sin precedentes cuando más necesario era adoptar medidas contundentes para que el colegio no desapareciera.
LAS INCÓGNITAS
¿Quién querrá asumir la responsabilidad que ha quedado vacante? ¿Tendremos posibilidad de elegir entre varias propuestas valorando su programa, o pasará como en Gran Canaria, que todavía no sabemos cuál es la línea de actuación de la nueva Junta, que por cierto apoyó los derrotados presupuestos? ¿Se retirarán completamente los aparatistas de un colegio hundido, desvalijado y de incierto futuro? ¿Interesará al régimen que el próximo decano sea de Gran Canaria, según el precepto de la alternancia, o repetirá decano de Tenerife – o ya dará igual todo-?
Muchas de estas preguntas se aclararán en el momento en que conozcamos el contenido preciso del real decreto que el Gobierno de España se comprometió a poner en vigor antes del 27 de abril próximo, regulando la obligatoriedad del visado.
Sin dinero presente ni futuro muchos dejarían de interesarse por el Coac, y quizás así haya una oportunidad para el bien común. Sin los oportunistas y aspirantes que nos han lastrado durante décadas indudablemente ganaríamos todos. Crucemos los dedos, y esperemos.
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