Para no liarlos más les contaremos que un Presidente de Demarcación se autoproclamó decano por un día y, en ausencia de mesa legalmente constituida se auxilió de un señor notario que diera fe de lo que viera y oyera, y declaró constituida la Asamblea del Colegio de Canarias- aunque sin Canarias- para liquidar el COAC. Suponemos que la pretensión es que ese acta sirva como documento ante un eventual procedimiento judicial, para convencer a un tribunal de que los votos de los veinte asistentes a la reunión (que no Asamblea) son suficientes para conceder la independencia de Gran Canaria frente a la pérfida y rubénica Nivaria …perdón, el COAC queremos decir. La otra lectura posible es que el Presidente de la Demarcación ha montado el numerito ante notario para que, cual Hernán Cortés quemando las naves, no quede al Consejo Superior otra opción que o aceptar la legalidad de lo ilegal, o tener que abrirle un expediente por falta muy grave que le haría pasar como un mártir de las libertades, en vez de como un apóstol del juego sucio.
La independencia de la Demarcación de Gran Canaria y ulterior integración en un hipotético consejo autonómico no tiene otra finalidad que garantizar el control de dicho consejo a los aparatistas grancanarios, como aclaró el presidente autoproclamado decano por un día: el 54% de los votos (y por tanto la mayoría absoluta) correspondería al Colegio de Gran Canaria.
El presidente del Consejo Superior, Jordi Ludevid, asiste incrédulo (desde la distancia) al espectáculo dado conjuntamente por la Junta grancanaria y la decana, unos por acción y otra por omisión, y se pregunta si los canarios habremos perdido definitivamente la chaveta -la pérdida de la vergüenza y la dignidad se presupone-.
El lío montado es impresionante, incluyendo la campaña de recogida “voluntaria” del voto delegado que se ha realizado desde y mediante personal del COAC, en el más casposo “aparato style”. La Junta grancanaria, además de presentar año tras año unas cuentas deficitarias que producirán un colapso que requerirá la “intervención” o “rescate” del bolsillo del colegiado en una cantidad que rondará los 3.000 euros/colegiado y año, está llevando al Colegio de Canarias en su totalidad a una situación límite, y en el momento más crítico de su historia. La Junta de Gran Canaria, ante la incompetencia del COAC para reformar el profundidad su estructura como pidieron los colegiados al votar el programa del decano Victor Hernández, ha decidido pescar en río revuelto y poner patas arriba el COAC para poder controlarlo, haciendo valer el número de colegiados frente a la (también) injusta situación actual.
Los colegiados se preguntan qué hacer ante todos estos despropósitos, y a quién creer: a la Junta de Gran Canaria -que les presenta cuentas deficitarias todos los años como si el dinero ahorrado fuera eterno y no se acabase ahora mismo-; al grupillo de veteranos exdirectivos neodemócratas “atardecer dorado” que jalean a la junta –sin ocultar sus ganas de revancha a ciertos decanos canos tinerfeños-; al presidente de Tenerife, Federico García Barba –que al menos da la cara y ofrece cifras frente a los bulos del estado de las cuentas de su Demarcación-; al exdecano Hernández (decanoflauta para los aparatistas) que predijo que sin unidad y sin reforma en profundidad todo acabaría mal; a los críticos -que, como este medio, claman en el desierto de la indiferencia de los compañeros-; o al señor notario que da fe de todo este lío.
Lo único seguro es que, como siempre, lo que beneficia a unos pocos lo pagaremos el 99% restante. Y un consejo final: no dejen de ausentarse en las próximas Asambleas.
Desde la Punta del Descojonado, para toda Canarias -incluyendo Gran Canaria-
Redacción de infocoac
PD No dejen de leer el manifiesto anónimo publicado desinteresadamente en la web de GC. Si vd. hace otro manifiesto seguro que se lo publican.